martes, 26 de abril de 2011

El precio de un Café

<<Ayer fui testigo de una situación de la que aún no consigo extraer ninguna conclusión, quizá porque no la tiene, o tal vez porque he perdido la poca capacidad de la que siempre he disfrutado para llegar a conclusiones sobre las realidades ajenas. Estaba yo, en fin, esto puede haber sucedido en cualquier bar o cafetería de este nuestro reino de Taifas que se llama España, en mi Cafetería de costumbre, cuando llegó un caballero acompañado de un niño con cara de estar en la primera fase de convertirse en una persona de muy mal carácter (lo que aquí llamamos un perfecto "malafollá"). "Un café con leche", pidió el caballero en cuestión. "Yo quiero una Fanta", proclamó el niño, pero el caballero, que resultó ser nada menos que el padre biológico de la criatura, dijo que no, que no había Fanta ni nada parecido, porque tenía la barriga mala. "Una Fanta", insistió el niño. "No", concluyó el padre, y el niño frunció el ceño y se puso a alimentar rencores de estirpe freudiana que algún día romperán por alguna parte.
El camarero le puso el café al caballero. "¿Me das otro azucarillo?", y el camarero se lo dio, según es natural. Tras el primer sorbo, el caballero le hizo un nuevo requerimiento: "¿Podrías echarle otro chorrito de leche? Es que está muy caliente", y el camarero se lo echó, como es lógico. "Oye, mira, ¿te importaría verterlo en otra taza? Es que sigue muy caliente" y el camarero le vertió el café en otra taza según era de esperar. "¿No tendrías por ahí alguna galletita o algo?", y el camarero le acercó un par de pastas artesanales en un platillo. El niño mientras tanto, iba puliendo sus rencores, al tiempo que vaciaba el servilletero para hacer bolas de papel, y a esas alturas ya lloriqueaba, con la imagen de la Fanta dándole vueltas por la zona del cerebro en que se almacenan las gandes frustraciones. "Quiero una Fanta", insisitió. "El médico ha dicho que sólo tomes suero fisiológico, niño", y se veía que el niño le rezaba al diablo. "Chico, ¿podrías ponerle a este niño un poco de azúcar y limón, a ver si se calla?", y el camarero se encomendó de inmediato a la tarea. Cuando tuvo el vaso delante, el niño le dio un manotazo y lo volcó, y el camarero se apresuró a recoger con una bayeta aquel potingue, mientras el padre le daba palmetazos en la cabeza al aprendiz de psicópata, sin calcular las imprevisibles consecuencias futuras de ese método pedagógico, y menos aún las inmediatas: "Voy a vomitar", dijo el niño, y dicho y hecho: vomitó. Y ahí estaba ya el camarero con la fregona. "Dame un vasito de agua con hielo, chico", formuló el caballero, y el camarero se lo puso.
El niño iba adquiriendo de forma paulatina un aspecto parecido al de la niña de El Exorcista en sus crisis peores. "¿Vas a vomitar otra vez?", y el niño dijo que no, que sólo le dolía mucho la barriga y que quería ir al cuarto de baño. "Venga niño", y al cuarto de baño se lo llevó. Al rato, salió el padre: "¿No tienes una toalla por ahi, muchacho? Es que ..." Y el camarero le dio una toalla, y el sacrificado padre volvió al cuarto de baño, donde todos imaginábamos que estaba teniendo lugar una escena pavorosa, a juzgar por las facultades fisiológicas del niño, de sobra demostradas durante el episodio del vómito. Al poco, volvió a salir el padre: "Muchacho, ¿no tendrías por ahí un jabón normal? Es que el que hay en el cuarto de baño es de lavanda y soy alérgico a la lavanda", y el camarero le dio una pastilla de jabón neutro. Al fin salieron padre e hijo, ya aseados. "Chico, ¿que te debo?" "Un euro". "¿Un euro un café? ¿Tú te crees que esto es el bar del Ritz?" Y se fue malhumorado. Y no digamos el niño.>>

Este articulo lo escribió hace unos años, cuando un café valía un euro, Felipe Benítez Reyes en el periodico Granada Hoy. Pero que si n o fuera así, podría haber ocurrido hoy mismo y hasta en mi HOTELito LANJARÓN www.hotelanjaron.com

Quiero dedicarselo con todo cariño a todos los camareros y camreras que ha habido y habrá en los bares, cafés, restaurantes y hoteles de este Lanjarón que tanto me gusta. ¡¡Que los dioses os guarden la paciencia!!

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